Esta es conclusión a la
que ha llegado un estudio de la Universidad de Illinois, que demuestra que
cuando un grupo de personas come fuera de casa y tiene que decir su elección en
voz alta, tienden a seleccionar el mismo tipo de menú que sus compañeros de
mesa. Es decir, que si tu colega quiere una ensalada, tu no te atreverás a
pedir una calórica hamburguesa.
«Queremos encajar con la gente con la que
compartimos mantel. No queremos ser diferentes de los demás en este sentido»,
asegura Brenna Ellison, economista de los alimentos en la Universidad de
Illinois.
Ellison analizó los tickets del almuerzo de
un restaurante de Stillwater, Oklahoma, durante tres meses. Una sección del
restaurante fue el grupo de control, con comensales que recibían menús con los
nombres de los platos y el precio, otra sección consultó un menú en el que
además se incluía el aporte calórico de los entrantes. y una tercera sección
tenía el contador de calorías y un semáforo que indicaba el rango de calorías:
los platos con luz verde contenían menos de 400 calorías, la amarilla tenían
entre 401 y 800 calorías, y los rojos contaban con más de 800 calorías.
La investigadora iba cada día a recoger los
recibos, por lo que tuvo oportunidad de recopilar también las vivencias de los
camareros. «Me dijeron que las mesas grandes que recibían el menú con el
semáforo pidieron platos menos calóricos, de media, lo que sugiere que hubo presión
social para pedir lo más sano», cuenta.
El periódico abc.es 2013-11-02
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