sábado, 2 de noviembre de 2013

La muerte, el tabú que más duele.

Se estima que la mitad de las 390.000 personas que mueren cada año en España lo hacen tras atravesar un estadio terminal de su enfermedad. Aproximadamente a un tercio de ellas las mata el cáncer. Todo el mundo desea morir de un modo repentino e indoloro, pero la mayoría de las veces no es así
Nada hay más universal que el hecho de morir. La muerte linda con la vida y es consecuencia de ella. Son dos reversos de una misma moneda. Sin embargo, como reconoce la psicóloga Cristina Coca, «la muerte es el mayor tabú, más incluso que el sexo». Esto queda patente en los cambios en las circunstancias que rodean al óbito. Antaño la muerte era algo visible, social. Coca recuerda que hace veinte años vio morir en su casa de una aldea gallega a una anciana rodeada de su familia, niños incluidos. «De eso hemos pasado a una muerte fría, de ciudad, donde se lleva al moribundo al hospital, donde se le ve menos». La doctora Lourdes Rexach, coordinadora de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, coincide en que «desde pequeños se nos enseña que la muerte es algo que debe ocultarse; antes no era así».
La muerte no gusta. Por eso se intenta ocultarla. O trivializarla en películas y videojuegos sangrientos que la despojan de todo su dramatismo.
Eduardo Clavé, experto en Bioética del Hospital Universitario Donostia, lo atribuye a que «la muerte es una realidad que nos cuesta asumir y que hemos desterrado de nuestras vidas tan solo mirando hacia otro lado. La muerte siempre es la muerte de otro. No reflexionamos en torno a ella por no enfrentarnos al vértigo del vacío y la soledad». Si alguna vez dejamos de esquivarlo y le damos vueltas a nuestro seguro destino, la reacción frecuente es de rabia, de impotencia.

Periódico abc.es 2013-11-02

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