Los niños hacen ejercicio espontáneamente
(mueven los pies cuando son bebés, gatean, corren.), póquer se lo pide su
propio cuerpo, y si un niño no se mueve probablemente es porque está enfermo.
Lo
que sí es importante, es adecuar el tipo de ejercicio a cada etapa de la vida y
siempre, teniendo en cuenta que el deporte infantil debe cumplir varias
características: Que no ponga en riesgo su salud, que sea algo querido por el
niño, que sea divertido para ellos, y que movilice todos los músculos del
cuerpo.
En
la edad preescolar y escolar son preferibles las actividades predeportivas
orientadas al movimiento en general, y que estimulan la coordinación, el
equilibrio, la motricidad… Esta etapa, les otorga a los niños un bagaje
motor para desarrollar posteriormente cualquier deporte.
Es
un error preparar a los niños específicamente para un único deporte en edades
muy tempranas (antes de los 6-7 años), porque en esa etapa predeportiva es
incluso recomendable que vayan cambiando de práctica deportiva, porque eso les
da mayor bagaje motor y les permite ir decantándose hacia lo que realmente les
guste.
Hay
que diferenciar entre actividad física (que los niños hacen de forma natural
desde que pueden andar) y entrenamiento propiamente dicho. En este tipo de
actividad más regulada, es importante que los niños realicen diferentes
deportes para que adquieran el dominio de muchas actividades. Sólo a partir de
los 14-15 años se va produciendo la especialización, pero incluso en el caso de
chavales que practiquen una sola disciplina, recomiendan a los entrenadores otras
actividades que complementen la riqueza motora del niño.
La
natación, la gimnasia y el atletismo, el fútbol, el baloncesto, el baile, el
ballet... cualquier ejercicio que movilice todos los músculos del cuerpo de
manera asimétrica es beneficioso en la infancia [en comparación con aquellos
deportes que consisten en repetir un gesto con un único grupo muscular]. Además,
si es un deporte en equipo todavía es más beneficioso, porque les enseña a
socializar, a integrarse en el grupo, a tolerar la frustración...
La
especialización precoz que se produce en disciplinas como la gimnasia, la
danza, la natación o el tenis, en las que los niños empiezan a los ocho o nueve
años, es desaconsejable y en su caso debería complementarse con otras
actividades.
De
hecho, hay que evitar que la actividad física se convierta en una “esclavitud
si al niño no le gusta" y evitar la práctica competitiva
antes de que su desarrollo muscular se haya completado (que en unos chicos
puede ser a los 14, a los 17 años...).
Es
importante proteger especialmente la columna vertebral de cargas intensas
("en fase de consolidación), así como la cabeza y los ojos en disciplinas
concretas. Aunque los niños son especialmente flexibles, las lesiones más
frecuentes a esas edades están relacionadas con caídas y traumatismos
(esguinces, fracturas...). Cuando se empieza una práctica de más exigencia a
partir de los 14-15 años, se debería hacer un reconocimiento cardiaco para
evitar lesiones previas o congénitas no diagnosticadas.
Lo
fundamental es tener en cuenta la edad y las características del niño a la hora
de planificar la actividad.
El periódico
Elmundo.es 2013-09-14
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