viernes, 20 de septiembre de 2013

El crecimiento del bebé hasta los dos años repercute en la tercera generación.

El desarrollo del feto, el peso al nacer y el ritmo de crecimiento del bebé hasta que cumple dos años es fundamental para determinar su salud en el futuro e, incluso, la de sus hijos y nietos. El estudio “Consortium on Health Orientate Reserach in Transitonial Societies (Cohorts)” ha sido presentado hoy en el «XX Congreso Internacional de Nutrición» que se celebra en Granada.
Se trata de un estudio único  al contar con datos desde el nacimiento hasta la edad adulta de unas 7.000 personas de tres generaciones (desde los años 60 hasta la actualidad) de Brasil, Guatemala, Sudáfrica, Filipinas e India.
El periodo de los mil días (desde el embarazo hasta que el niño cumple 2 años) es una fase muy importante del desarrollo humano y puede llegar a repercutir hasta la tercera generación. Así, se ha constatado que lo saludable es que el niño tenga un crecimiento lineal que le permitirá de adulto mantener un peso adecuado, mayor estatura e incluso repercutirá en su rendimiento escolar y su desarrollo vital y social. Existe relación con una mayor escolaridad, mejor rendimiento escolar y mejor profesión. Por tanto, se asocia a indicadores que va a permitir que esa persona escape de la pobreza.
Si la ganancia de peso es excesiva, también después de los 2 años, puede suponer un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, la obesidad o la diabetes.
Contar con datos de tres generaciones ha permitido relacionar la altura adulta de las abuelas con el peso al nacer y el crecimiento de sus hijos. Las abuelas de los países analizados suelen tener una estatura baja debido a la mala nutrición de su infancia y eso ha sido un claro indicador de retraso en el desarrollo de sus hijos y sus nietos
Por otra parte, también se ha analizado en la cita mundial de la nutrición de Granada el “Proyecto Nutrición temprana”  que investiga hasta qué punto influye en la salud del adulto lo que se come en los primeros años de vida y la predisposición a la obesidad. Este proyecto se puso en marcha en 2012 y se prolongará hasta 2017 financiado, en parte, por la Comisión Europea.
Una hipótesis de investigación es el exceso de aporte energético en el útero ya que una exposición excesiva del feto a la glucosa incrementa el riesgo de obesidad.
Hay ensayos que demuestran que el control de la dieta de la embarazada y la actividad física reduce en un 30 % el riesgo de que el bebe nazca con sobrepeso.
También considera que un crecimiento muy rápido del bebé hasta los dos años genera en un 30 % obesidad en la edad adulta. Asimismo, la lactancia materna reduce el riesgo de obesidad en el caso de tener que recurrir a la leche de fórmula se recomienda aquella con menos contenido en proteínas.
Los bebés que nacen con poco peso, a causa de la deficiente nutrición de la madre, como en la India, y luego engordan con leche de fórmula con abundancia de hidratos supone que el 40% sufrirán obesidad abdominal de mayores y por tanto riesgo de enfermedades cardiovasculares.

El periódico Elabc.es 2013-09-19

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