viernes, 20 de septiembre de 2013

Las siete señales de alarma de la hiperactividad.

El 7% de la población en edad escolar padece trastornos de déficit de atención e hiperactividad, un diagnóstico a tiempo por parte del especialista es esencial para evitar que el trastorno origines problemas serios de conducta en la adolescencia y la edad adulta. Si tu hijo está más inquieto de lo normal, se muestra agresivo, tiene una conducta irrespetuosa o se distrae constantemente es posible que padezca trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
Muchos menores con TDAH mejoran a medida que pasan los años por el progreso de la maduración cerebral como por la adquisición de estrategias que permiten paliar los síntomas. Esta dolencia, en muchos casos, persiste en la edad adulta, lo que supone un importante perjuicio para la calidad de vida y la actividad sociolaboral del individuo.
El TDAH está causado por un desequilibrio químico en los neurotransmisores cerebrales que se produce, en la mayor parte de los casos, por la falta de madurez cerebral. Los niños que padecen este trastorno tienen una mayor dificultad para prestar atención y para controlar sus impulsos, aunque algunos de los síntomas también pueden aparecer en menores sin el trastorno lo que hace muy importante realizar un diagnostico apropiado.
El TDAH puede diagnosticarse desde los cinco o seis años cuando llegan al colegio, aunque síntomas como una llamativa inquietud pueden hacerse patentes antes. Sin embargo, es cuando entran en la escuela cuando los padres afrontan el problema, ya que observan que su hijo tiene dificultad para fijar los contenidos académicos y/o respetar las normas del centro.
Sin un correcto diagnóstico y tratamiento, existe un alto riesgo de fracaso escolar y, lo que es peor aún, la posibilidad de que el niño adquiera una baja autoestima, que una vez establecida será muy difícil de combatir, incluso aunque el niño mejore su rendimiento, y que puede ser además la base de problemas de salud mental más serios, como depresión, ansiedad o trastornos de la personalidad.
Otro de los problemas que sufren los niños con TDAH sin diagnostico es su impulsividad y su agresividad, tanto en el colegio como en el ámbito familiar. En los casos más graves, esta impulsividad está asociada a una actitud poco reflexiva y que, puede desembocar en conductas adictivas en la adolescencia.
Han identificado siete señales de alarma que indican que un niño puede estar sufriendo esta patología: inquietud anormal, interrupciones constantes al que está hablando, agresividad y conducta irrespetuosa, distracción constante, desorganización, baja autoestima y bajo rendimiento escolar.
A pesar de que es vital que los niños se sometan a un tratamiento cuando sufren este trastorno, si realmente no lo necesitan supone someter al menor a un riesgo innecesario, puesto que los fármacos contra la TDAH no son inocuos y tienen efectos secundarios como la anorexia, la pérdida de peso, el insomnio, molestias abdominales o hipertensión arterial. Por tanto, estos medicamentos deben estar siempre indicados por el especialista tras una valoración minuciosa de cada caso y con un seguimiento estrecho de la evolución del paciente.

El periódico Elabc.com 2013-09-19

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