Su ingesta moderada no supone un
aumento de peso y reporta notables beneficios a la salud. Según ha asegurado un
científico pionero en las investigaciones relacionados sobre los beneficios de
los frutos secos, en el XX Congreso Internacional de Nutrición que se ha
celebrado en Granada.
Las personas que
todavía tienen reticencias a comer frutos secos por miedo a ganar kilos, que
una de las razones por las que no engordan, si se comen de forma moderada, es
por el poder saciante al ser ricos en grasa y proteína. «Al comerlos dejamos de
comer otras cosas».
Además, mientras que
la energía de un aceite líquido se asimila en su totalidad, el que aporta un
fruto seco masticable y con fibra hace que entre el 10 y 20 % de grasa nunca
llegue a nuestra sangre, «igual que entra, sale». Por lo tanto, entre los
porcentajes que se muestran en la tabla de composición de los alimentos y lo
que de ello se asimila hay una diferencia negativa.
Es posible que la
composición de los frutos secos aumente el metabolismo basal, aunque todavía no
se ha demostrado. «Si una persona come habitualmente frutos secos le puede cambiar
el metabolismo y consumir más calorías sin hacer nada, al contrario del que no
come nueces».
Este profesor ha
señalado que las nueces son el fruto seco que mejor se complementa con la dieta
mediterránea al ser rico en ácidos poliinsaturados u omega 3, mientras que en
una dieta anglosajona, que utiliza el aceite de maíz, es más recomendable los
pistachos, almendras y avellanas, con ácidos moninsaturados, una grasa similar
a la del aceite de oliva. También se ha demostrado que baja el colesterol.
En las dos últimas
décadas ha aumentado la ingesta de frutos secos tanto en las sociedades que lo
consumían ya en su dieta, como en aquellas que solo los tomaban
tradicionalmente por Navidad.
A nivel individual se
ha multiplicado el consumo por cinco y la percepción de que los frutos secos
son sanos es un hecho.
En los últimos veinte
años, tras diferentes estudios, se ha ratificado que comer regularmente frutos
secos (30 gramos diarios es la cantidad recomendada) disminuye en un 50 por
ciento el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o de morir de una
cardiopatía isquémica.
Las investigaciones
(el más reciente es el estudio PREDIMED) apuntan a que comer un puñado al día
disminuye un 10 por ciento el colesterol malo y no varía el bueno, mientras que
los triglicéridos también bajan, reduciendo así el riesgo cardiovascular.
El periódico Elabc.es 2013-09-23
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