lunes, 23 de septiembre de 2013

El consumo diario de frutos secos disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Su ingesta moderada no supone un aumento de peso y reporta notables beneficios a la salud. Según ha asegurado un científico pionero en las investigaciones relacionados sobre los beneficios de los frutos secos, en el XX Congreso Internacional de Nutrición que se ha celebrado en Granada.
Las personas que todavía tienen reticencias a comer frutos secos por miedo a ganar kilos, que una de las razones por las que no engordan, si se comen de forma moderada, es por el poder saciante al ser ricos en grasa y proteína. «Al comerlos dejamos de comer otras cosas».
Además, mientras que la energía de un aceite líquido se asimila en su totalidad, el que aporta un fruto seco masticable y con fibra hace que entre el 10 y 20 % de grasa nunca llegue a nuestra sangre, «igual que entra, sale». Por lo tanto, entre los porcentajes que se muestran en la tabla de composición de los alimentos y lo que de ello se asimila hay una diferencia negativa.
Es posible que la composición de los frutos secos aumente el metabolismo basal, aunque todavía no se ha demostrado. «Si una persona come habitualmente frutos secos le puede cambiar el metabolismo y consumir más calorías sin hacer nada, al contrario del que no come nueces».
Este profesor ha señalado que las nueces son el fruto seco que mejor se complementa con la dieta mediterránea al ser rico en ácidos poliinsaturados u omega 3, mientras que en una dieta anglosajona, que utiliza el aceite de maíz, es más recomendable los pistachos, almendras y avellanas, con ácidos moninsaturados, una grasa similar a la del aceite de oliva. También se ha demostrado que baja el colesterol.
En las dos últimas décadas ha aumentado la ingesta de frutos secos tanto en las sociedades que lo consumían ya en su dieta, como en aquellas que solo los tomaban tradicionalmente por Navidad.
A nivel individual se ha multiplicado el consumo por cinco y la percepción de que los frutos secos son sanos es un hecho.
En los últimos veinte años, tras diferentes estudios, se ha ratificado que comer regularmente frutos secos (30 gramos diarios es la cantidad recomendada) disminuye en un 50 por ciento el riesgo de sufrir un infarto de miocardio o de morir de una cardiopatía isquémica.
Las investigaciones (el más reciente es el estudio PREDIMED) apuntan a que comer un puñado al día disminuye un 10 por ciento el colesterol malo y no varía el bueno, mientras que los triglicéridos también bajan, reduciendo así el riesgo cardiovascular.

El periódico Elabc.es 2013-09-23

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