Ni bajo rendimiento en los estudios, ni conductas
antisociales, o depresiones varias. Mas bien al contrario: Si en lugar de
tirarse los trastos a la cabeza, tiene lugar una separación bien llevada, pacífica
y encaminada al consenso, las fortalezas de los hijos se disparan. Esta sería
la conclusión principal del estudio «Hijos, mediación y divorcio», realizado
por la Fundación Atyme tras entrevistar a hijos de parejas que acudieron a la mediación antes
de poner fin a sus vidas en común.
El estudio es significativo porque, como
consecuencia de las más de 110.000 rupturas que hubo en España durante 2011
(últimos datos del INE), se registraron cerca de 90.000 menores involucrados.
Son los convidados de piedra de una cita a la que nunca les hubiera gustado
acudir. Por eso, cuatro años después, cobra especial relevancia lo que estos jóvenes
han relatado sobre su experiencia colateral a los procesos de mediación a los
que acudieron sus padres buscando una solución pactada y negociada a la
disolución del vínculo conyugal.
La investigación, dirigida por Trinidad
Bernal, directora de Atyme y pionera de la mediación en nuestro país, ofrece
datos que son esclarecedores: El 88% de los hijos entrevistados reconocen que
el hecho de que el fin de la convivencia de sus padres no fuese conflictiva
—aunque fue un acontecimiento triste y, en muchos casos, una experiencia dura—,
ayudó a que sus vidas experimentaran una mayor tranquilidad. Esa manera de
«normalizar» la separación hizo también que el 79% de los casos los jóvenes
entrevistados se llevasen mejor con sus dos progenitores y que, en última
instancia, no se vieran afectados en sus estudios (es más, un 85% de los
jóvenes no sufrieron cambio en sus notas, o incluso las mejoraron).
Pese a que las ventajas son múltiples, tal
y como demuestra este estudio, el sistema no acaba de instalarse en España. De
hecho, en la Memoria de la Fiscalía General del Estado correspondiente a 2012
se reconoce que el papel de la mediación en los procedimientos de familia no
tiene hasta ahora un “auténtico despegue”. Y eso que este tipo de intervención
abarca un amplio espectro de problemas familiares. Es más conocida por
conciliar en separaciones y divorcios, explican desde el Instituto Madrileño de
la Familia y del Menor de la Comunidad de Madrid, pero también es útil a la
hora de alcanzar acuerdos cuando existen malas relaciones entre padres y
adolescentes, disputas de herencias, dificultades originadas por el cuidado de
mayores con discapacidad...
El periódico abc.es 2013-09-30
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