La dermatitis atópica se incrementa entre
un 200% y un 300% en treinta años. La incidencia de dermatitis atópica se ha
incrementado entre un 200 y un 300% en las tres últimas décadas, según
aseguran los expertos que han participado en Madrid en el «XII Congreso Mundial
de Dermatología Pediátrica».
Según exponen, esta enfermedad crónica y no
contagiosa, que causa picor e inflamación en la piel, tiene entre sus síntomas «la piel seca, escamosa y
con escozor». Ésta afecta, generalmente, «a la parte interna de los codos,
detrás de las rodillas, piernas, brazos y la cara, pero también puede cubrir la
mayor parte del cuerpo», indican.
Actualmente, la padecen en España «entre un
5 y un 7% de la población adulta, y entre un 10 y un 20 % de los niños»,
señalan. De todos ellos, el 90% experimenta esta enfermedad antes de los cinco
años, por lo que es «la segunda causa más frecuente de visita al dermatólogo».
Por su parte, el 80,6% de los pacientes «acude al médico cuando aparece el
primer brote». Así lo asegura el jefe del Servicio de Dermatología del Hospital
Niño Jesús de Madrid y presidente de este evento, el doctor Antonio Torrelo,
que afirma que, en los últimos años, «se ha comprobado de forma científica que
un 40% de los pacientes sufren un déficit de Filagrina, una proteína presente
en la piel».
A su juicio, uno de los rasgos más visibles
de la falta de la misma es la hiperlinelaidad palmar que presentan los
pacientes, lo que se traduce en «una gran cantidad de líneas en la palma de la
mano». Por ello, asegura que ello «ayuda a poder detectar de mejor manera
aquellos pacientes con dermatitis atópica». Añadido a ello, Torrelo explica que
esta patología «tiende a hacer erupción cuando se expone a factores
irritantes», entre los que destaca «los disolventes químicos industriales, los
detergentes, el humo de tabaco, las pinturas blanqueadoras, las lanas, las
comidas acidas o astringentes, los productos del cuidado de la piel que
contienen alcohol, y algunos jabones y perfumes».
No obstante, la enfermedad también se torna
más severa «durante los cambios de temperatura y de estación», momento en el
que la aparición de brotes agudos «es más común», manifiesta. Debido a ello, sostiene
que es durante el verano cuando la enfermedad mejora, «y el otoño y la
primavera cuando tiende a empeorar».
En las fases más agudas, los pacientes
«sufren fuertes picores, inflamación y, en casos severos, eccemas y heridas»,
motivos por los que «comienzan a rascarse y se inicia un círculo vicioso »,
expone Torrelo, que confirma que esto provoca que la barrera protectora de la
piel se pierda.
Es precisamente en ese momento cuando las
bacterias patógenas, especialmente el 'Staphylococcus Aureus', «se activan y
promueven los procesos inflamatorios », los cuales llevan al paciente a volver
a rascarse, «con lo que se debilita aún más la función de barrera protectora de
la piel», lamenta.
A tenor de todo ello, el sistema
inmunitario del paciente empieza a funcionar mal, «reaccionando contra todo
aquello a lo que le es ajeno», lo que hace muy común que desarrolle otras
enfermedades a la larga, «especialmente alergias, rinitis o asma», sostiene al
tiempo que confirma que una detección precoz en bebés y un tratamiento correcto
"permitirá que en el futuro haya menos adultos alérgicos».
Para evitar todo este proceso, el doctor
Juan Arenas, indica que «la mejor defensa es la prevención», sobre todo en la
fase aguda.
El periódico abc.es 2013-09-30
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