Los alimentos comerciales pensados para
la etapa en la que los bebés empiezan a comer sólido no sólo no satisfacen las
necesidades nutricionales de los pequeños sino que llevan un exceso de azúcar y
sal poco recomendable. Así lo confirma la revista “Archives of Disease in
Childhood” después de analizar el etiquetado de más de 400 productos
disponibles en Reino Unido. Y lo peor, subrayan los autores de este estudio, es
que "la venta de muchos (el 44%) se promueve para los niños a partir de
los cuatro meses de edad, momento en el que aún deberían estar alimentados sólo
con leche materna, según las recomendaciones de la Organización Mundial de la
Salud (OMS).
La
investigación la ha llevado a cabo un grupo de investigadores de la Universidad
de Glasgow (Reino Unido) ha analizado el contenido nutricional de un total de
479 productos de cuatro grandes fabricantes del país (Cow - Gate, Heinz, Boots y
Hipp Organic) y dos especializados (Ella's Kitchen y Organix) en alimentación
infantil.
Los
investigadores registraron la información nutricional de cada uno de los
alimentos: después de procesar y comparar los resultados, "vimos que,
efectivamente, durante los seis primeros meses de vida, estas variedades
comerciales no aportaban nada que no ofreciera ya la leche". Y, una vez
superado ese tiempo, al cotejarlos con la comida casera, los autores del
estudio comprobaron no sólo no cubren las necesidades nutricionales de los
pequeños sino que, aunque están dentro de los márgenes permitidos por la
directiva europea, tienen más azúcares y sal de lo deseable.
Por
eso, el mejor consejo es elegir los mejores productos, aprovechando los de
temporada y cocinarlos en casa, sin aditivos ni conservantes. No pasa nada por
hacer uso de ellos, pero no de forma rutinaria, ya que el exceso de azúcar
contribuye a la obesidad de niño en el futuro
En
cuanto a la sal, en general, debemos reducir su consumo y la mejor manera es hacerlos
desde que somos pequeños. Es una cuestión cultural. Este hábito, mejorará la
salud cardiovacular del individuo a lo largo de su vida. No es que el azúcar o
la sal supongan un riesgo al niño, sino que crea un hábito que con el tiempo
puede acarrear problemas importantes de salud.
El
periódico elmundo.es 2013-09-11
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