lunes, 21 de octubre de 2013

Cambiar hábitos a golpe de anuncio.

Casi tres décadas insistiendo en la prevención contra el sida, y el número de nuevos infectados solo empezó a bajar en relación directa con la extensión de los tratamientos, según los datos que hizo públicos hace un mes Onusida. Decenas de campañas sobre el uso de las drogas, y lo que se oye últimamente es que, ante la imposibilidad de erradicarlas, hay, al menos, que sacarlas de los círculos mafiosos. Miles de estudios sobre el daño del tabaco (con su correspondiente publicidad), y tienen que llegar leyes restrictivas para que el consumo empiece a disminuir. O, en el lado opuesto, un clamor acerca de los beneficios de la dieta mediterránea (o de la sana en general), y el sobrepeso y la obesidad afectan ya a la mitad de los adultos españoles. Estos cuatro ejemplos plantean una pregunta: ¿para qué sirven, cuándo hacerlas y cuáles son los límites de las campañas para promover hábitos saludables?
La publicidad de buenos comportamientos se parece a la demás, pero tiene salvedades. Para empezar, quiere conseguir algo más profundo y permanente que un cambio de colonia o de coche. Y eso es “mucho más difícil”. Hace falta un cambio social, pero tiene que haber un cambio general, campañas muy agresivas y un factor que empuje. O medidas legislativas.
Pero esto nos lleva analizar uno de los casos de mayor éxito: la reducción de las muertes en accidentes de tráfico. En España, la evolución ha sido espectacular. “Llevan nueve años de descenso”, dice un portavoz de la Dirección General de Tráfico (DGT). “Claro que han intervenido muchos factores, como la mejoría de las carreteras y de los coches, aunque últimamente con la crisis están envejeciendo. También que la asistencia sanitaria es ahora mucho más rápida. Antes teníamos que ir con un helicóptero de la DGT a trasladar a los heridos; ahora eso lo hacen las ambulancias de las comunidades”. Este portavoz está convencido de que las campañas sirven. “Las llevamos haciendo desde 1960. Si no creyéramos que son útiles, no gastaríamos 10 millones de euros al año en ellas”, dice.
 Y, por contraste esta la situación del consumo de drogas, que en España no se consigue bajar, cuando se observa la tendencia general, y ello pese a los esfuerzos dedicados.

El periódico Elpais.es 2013-10-21

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