Casi
tres décadas insistiendo en la prevención contra el sida, y el número de nuevos
infectados solo empezó a bajar en relación directa con la extensión de los
tratamientos, según los datos que hizo públicos hace un mes Onusida. Decenas de
campañas sobre el uso de las drogas, y lo que se oye últimamente es que, ante
la imposibilidad de erradicarlas, hay, al menos, que sacarlas de los círculos
mafiosos. Miles de estudios sobre el daño del tabaco (con su correspondiente
publicidad), y tienen que llegar leyes restrictivas para que el consumo empiece
a disminuir. O, en el lado opuesto, un clamor acerca de los beneficios de la
dieta mediterránea (o de la sana en general), y el sobrepeso y la obesidad
afectan ya a la mitad de los adultos españoles. Estos cuatro ejemplos plantean
una pregunta: ¿para qué sirven, cuándo hacerlas y cuáles son los límites de las
campañas para promover hábitos saludables?
La publicidad de buenos comportamientos se
parece a la demás, pero tiene salvedades. Para empezar, quiere conseguir algo
más profundo y permanente que un cambio de colonia o de coche. Y eso es “mucho
más difícil”. Hace falta un cambio social, pero tiene que haber un cambio
general, campañas muy agresivas y un factor que empuje. O medidas legislativas.
Pero esto nos lleva analizar uno de los
casos de mayor éxito: la reducción de las muertes en accidentes de tráfico. En
España, la evolución ha sido espectacular. “Llevan nueve años de descenso”,
dice un portavoz de la Dirección General de Tráfico (DGT). “Claro que han
intervenido muchos factores, como la mejoría de las carreteras y de los coches,
aunque últimamente con la crisis están envejeciendo. También que la asistencia
sanitaria es ahora mucho más rápida. Antes teníamos que ir con un helicóptero
de la DGT a trasladar a los heridos; ahora eso lo hacen las ambulancias de las
comunidades”. Este portavoz está convencido de que las campañas sirven. “Las
llevamos haciendo desde 1960. Si no creyéramos que son útiles, no gastaríamos
10 millones de euros al año en ellas”, dice.
Y,
por contraste esta la situación del consumo de drogas, que en España no se
consigue bajar, cuando se observa la tendencia general, y ello pese a los
esfuerzos dedicados.
El periódico Elpais.es 2013-10-21
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