Si un bebé de seis meses puede distinguir entre un conjunto de 10
puntos y otro de 20 puntos, será bueno en matemáticas en prescolar. Esta es la
principal conclusión de un interesante estudio realizado en el Institute for
Brain Sciences de la Universidad de Duke (EEUU), del que se hace eco Science Now.
En otras palabras, si los bebés tienen la
capacidad de diferenciar entre grupos de elementos grandes y grupos pequeños
antes de aprender a contar, serán más
propensos a desempeñarse bien en matemáticas en el futuro. La razón es que los
niños aprovechan su capacidad numérica innata para, posteriormente, aprender
los sistemas matemáticos simbólicos que se enseñan en la escuela.
Es decir, que "cuando los niños están
adquiriendo un sistema simbólico de representación de números en el colegio, le
sacan partido a su sentido numérico primitivo", explica Elizabeth Brannon,
profesora de psicología y de neurociencia, y directora del estudio en DukeToday. Ese sentido
primitivo sería, por lo tanto, "el bloque de construcción conceptual sobre
el que se construye la capacidad matemática."
Primera
fase: niños de seis meses
Según Brannon, todos los bebés vienen al
mundo con un conocimiento matemático rudimentario que les permite, por ejemplo,
al mirar dos conjuntos de objetos, identificar cuál de ellos es
numéricamente mayor sin tener que contar ni usar números.
Para probar la relación entre ese sentido
numérico primitivo y las habilidades matemáticas posteriores, Brannon y su
colaborador Ariel Starr analizaron a 48 niños de seis meses de edad. En primer
lugar, estudiaron la capacidad de éstos para reconocer cambios numéricos
básicos.
El experimento se hizo de la siguiente
forma: los científicos colocaron a los niños frente a dos pantallas. Una de
ellas mostró continuamente un conjunto con el mismo número de puntos (por
ejemplo, ocho); mientras que la otra mostró cambios numéricos, con conjuntos
que aumentaban o decrecían en el número de puntos. Por otro lado, los puntos de
ambas pantallas cambiaron con frecuencia de tamaño y posición.
Lo que sucedió fue que los bebés más
capaces de diferenciar entre dos valores numéricos miraron durante más tiempo a
la pantalla numéricamente cambiante que a la otra.
Segunda
fase: tres años más tarde
Los científicos volvieron a reunir a los
niños cuando éstos tenían tres años y medio, y los sometieron a varias pruebas.
En primer lugar, participaron en un juego de comparación numérica no simbólica.
Se les presentaron dos grupos diferentes y se les pidió que eligieran cual de
ellos tenían más puntos sin contarlos.
Además, los niños realizaron un test
matemático estandarizado para alumnos de prescolar y, por último, fueron
sometidos a una tarea verbal simple que consistía en identificar el número
mayor (en palabra) que cada niño podía comprender.
Los resultados de estas pruebas demostraron
que "aquellos niños que mostraron una mayor preferencia hacia la pantalla
numéricamente cambiante a los seis meses, tenían un sentido numérico primitivo
mejor tres años más tarde, en comparación con los niños con menor preferencia
hacia dicha pantalla", explica Starr. "Asimismo, los niños con
puntuaciones más altas en la infancia rindieron
mejor en los tests de matemáticas estandarizados".
Estos hallazgos respaldan la hipótesis de
que un sentido matemático elemental innato es la base para la comprensión de
las matemáticas a un nivel superior. Según Brannon, sugieren además que existe
una conexión real entre la matemática simbólica y las habilidades cuantitativas
presentes en la primera infancia, antes de que la educación conforme nuestras
habilidades matemáticas.
El periódico larazón.es 2013-10-28
No hay comentarios:
Publicar un comentario