El próximo curso comenzará a implantarse en
España, como prevé la reforma educativa, un sistema de exámenes externos al
centro de estudios al terminar cada etapa (en secundaria y bachillerato habrá
que aprobar las reválidas para obtener el título) que preocupa a muchos centros. En
especial a aquellos que se han distinguido del resto por aplicar pedagogías
alternativas. La presión por el lugar que van a ocupar en un ranking puede
pasarles factura debido a las exigencias de los padres, preocupados porque las
pruebas trunquen los deseos universitarios de sus hijos. Por ese motivo, este
otoño estos colegios están inmersos en un profundo debate.
Al ser preguntados por
este asunto, a muchos expertos les vienen a la cabeza las oposiciones, en las
que se memoriza tan solo para aprobar; o las autoescuelas, donde para aprobar
el examen teórico básicamente hay que aprenderse las triquiñuelas del test.
Esta actitud se repite en muchas facetas de la vida. Neil Jones, exdirector del Observatorio
Europeo de Competencia del Idioma, alerta de
esta obsesión por certificar. “Es terrible que la gente se prepare para aprobar
el examen, no para aprender el idioma”. Pero el mercado manda y sin un título
acreditativo no hay empleo cualificado que valga.
La
comunidad educativa alerta del riesgo de que en España se imponga lo que los
estadounidenses llaman la triple T: Teach to the test (enseñar para el examen,
en castellano).
El periódico elpais.com 2013-10-24
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