La lucha del ser
humano por evitar lo inevitable como cumplir años o hacerse viejo se traduce en
la introducción de alimentos como los cítricos –las naranjas y los kiwis tienen
mucha vitamina C–, que retrasan la pérdida de células; el café, los frutos
secos, el pan integral, el brócoli o verduras como la remolacha o la zanahoria.
Todos contienen beneficios que retrasan nuestro deterioro orgánico, pero,
dependiendo de la edad, el cuerpo nos pide diferentes alimentos. Son los
denominados productos antioxidantes, que, en realidad, como apunta la
investigadora del CSIC, deberíamos introducir en nuestra dieta desde que somos
pequeños. «El consumo de fibra, por ejemplo, se debe incrementar con la edad».
Verduras y frutas son imprescindibles para adquirir la fibra que nuestras
células necesitan. Por otro lado, «los niños no deben acostumbrarse a la sal y
al azúcar porque cuando sean algo mayores los reclamarán». Un error dietético
que solemos cometer todos es igualar los quesos a los lácteos y, a pesar de que
ambos contienen leche, la grasa de los primeros no es recomendable en la
alimentación de los niños que están creciendo. Las proteínas de origen animal
ayudan a nuestro desarrollo temprano, pero superada la época dorada de los 30,
son perjudiciales, nuestro metabolismo no es capaz de asimilarlas, de ahí que
los expertos prioricen el consumo de frutas y verduras frente a las carnes y
los quesos. Y es que de las 2.000-2.500 calorías que necesitamos durante la
infancia, se reducen a cerca de 1.500 cuando somos ancianos. Las enfermedades
que pueden derivar del mal consumo de alimentos no es más que otro reflejo del
envejecimiento. La falta de actividad es la que obliga a reducir las raciones
de comida, mientras que productos como las nueces, avellanas y almendras
mejoran el rendimiento intelectual de los mayores. Un estudio realizado en
perros hace unos años en la Universidad de California-Irvine reafirma esta
idea: «Descubrimos que los perros viejos que siguieron una dieta basada en
antioxidantes realizaban mejor las pruebas de memoria que los que no la
tuvieron. No podemos evitar el envejecimieto, pero sí se puede retrasar la
llegada de la temida arruga.
El periódico larazon.es 2013-10-17
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