En algunas pacientes con cáncer de mama (por
ejemplo aquellas que presentan afectación en los gánglios de la axila) la
quimioterapia se administra antes de pasar por el quirófano con el objetivo de
analizar la respuesta ante el tratamiento y aumentar las posibilidades de
llevar a cabo una cirugía lo más conservadora posible.
Tras la 'quimio' es fundamental analizar el
estado ganglionar axilar, que es la que abre la puerta
principalmente a la expansión del tumor. Y esta valoración, hasta ahora, se
hace mediante la extirpación y posterior análisis de los ganglios que se
encuentran bajo el brazo.
Como esta práctica conlleva numerosos y
molestos efectos secundarios, algunos estudios habían apuntado la posibilidad
de utilizar en estos casos la técnica del ganglio centinela, una maniobra que
ya se emplea con éxito en mujeres que no presentaban afectación de los gánglios
de la axila antes del tratamiento, entre otros casos. Sin embargo, una amplia
investigación echa por tierra, al menos de momento, esa posibilidad. Según sus
datos, el número de falsos
negativos que arroja el procedimiento no
permite establecerlo como patrón de diagnóstico.
Los ganglios centinela son los primeros
ganglios linfáticos a través de los que el tumor puede comenzar a extenderse. Hay
varias técnicas para detectarlos, pero generalmente se localizan inyectando una
sustancia radioactiva o un tinte cerca del tumor.
Esa sustancia viaja a través de los
conductos linfáticos hasta los ganglios, lo que permite identificar cuáles son
los que tienen una conexión directa con el tumor. Una vez localizados, se
extraen y se analizan. Si no se aprecian células malignas, no hace falta
extraer el resto de los ganglios de la axila, con lo que se evitan muchas
complicaciones.
Con estos datos en mente, un equipo
liderado por Judy Boughey, de la Clínica Mayo de Rochester (EEUU), quiso
averiguar si esta técnica era eficaz en mujeres con cáncer de mama que
presentaban afectación en los gánglios de la axila y habían recibido
quimioterapia de forma previa a la cirugía.
Para ello, seleccionaron a un grupo
de 649 pacientes con ese perfil, que se sometieron en primer
lugar a la técnica del gánglio centinela y seguidamente a la extirpación de
todos sus ganglios axilares, como indica el estándar habitual. De ese modo,
pretendían comprobar la utilidad de la técnica para detectar el alcance de la
malignización en la zona.
Sin embargo, sus datos demostraron que la
tasa de falsos negativos era del 12,6% (39 mujeres que no presentaban cáncer
según la técnica del ganglio centinela, sí presentaban células cancerosas en
otros gánglios), un porcentaje que consideran demasiado elevado para poder
implantar la técnica en la atención de este grupo de pacientes.
El periódico elmundo.es 2013-10-28
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