Un estudio publicado en el último
número de PNAS revela que el estrés en los primeros años de vida tiene efectos
adversos sobre el comportamiento y el desarrollo del cerebro que se mantienen
después en la vida adulta. De hecho se sabe que detrás de más de la tercera
parte de los trastornos de ansiedad se esconden factores estresantes como la falta de cuidados o los abusos físicos o de
otro tipo, que en la vida adulta se traducen en alteraciones emocionales y de
conducta. Aunque se había relacionado las pautas de crianza inadecuadas y la
falta de atención con una mayor propensión a las alteraciones de conducta y
trastornos como la depresión y la ansiedad, hasta ahora se desconocían sus
bases neurobiológicas. Tampoco estaba claro si las
alteraciones emocionales y conductuales eran el resultado de las experiencias
vividas por los pequeños o se debían a trastornos congénitos u
otros factores preexistentes como malnutrición materna o exposición prenatal a
sustancias nocivas.
Ahora un trabajo llevado a cabo por
investigadores de la Facultad de Medicina Weill Corner (Nueva York) y la
Universidad de California muestra que el cuidado inadecuado de los pequeños altera de forma permanente los circuitos cerebrales que procesan las
respuestas de temor, haciéndolos emocionalmente más reactivos. En el trabajo, cuyo primer autor es Mattew Malter Cohen, se destacan
las alteraciones persistentes en el circuito y función de la amígdala, la
estructura cerebral encargada de procesar el miedo y las emociones. Además,
estos efectos no son reversibles cuando se elimina la causa del estrés ni
disminuyen al desarrollarse otras áreas del cerebro implicadas en la regulación
emocional, como la corteza prefrontal.
El periódico abc.es 2013-10-22
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