La motivación de logro, es decir el “yo lo
hago”, “yo sólo”, aparece en los niños entre el año y medio y los tres años y
medio. Para reforzar este interés por hacer las cosas “ellos solitos” es
importante darles afecto durante y después de realizar la tarea, dejarles
intentarlo por ellos mismos, aunque creáis que no son capaces de realizar lo
que están intentando (puede que muchas veces os sorprendan y lo logren),
siempre que no esté en riesgo su seguridad, por supuesto. Un estudio
psicológico realizado con padres y sus hijos para ver como afectaba el estilo
educativo practicado en la familia sobre la motivación de logro de sus hijos.
Para ello, seleccionaron 40 familias, de los cuales, en 20 de ellas el niño
tenía una alta motivación de logro y en las otras 20, una baja motivación de
logro. Antes de que los niños comenzaran a realizar la tarea, se les pidió a
los padres de los 40 niños que estimasen
hasta donde creían que iba a llegar la ejecución de sus hijos. A continuación
los niños comenzaron a realizar la tarea de alta dificultad, acompañados por
sus padres, a quienes se les permitía interactuar con ellos. A lo largo de la
tarea los autores observaron y analizaron la conducta de los padres. Los
resultado fueron que los padres de los niños con una lata motivación de logro,
predijeron buenos resultados en la tarea que iban a ejecutar. También observaron que la interacción con
ellos durante la tarea, su actitud era de seguridad, induciendo animo,
alegrándose de sus éxitos y dejándoles libertad para actuar, reforzándoles en
su trabajo con palabras de cariño y ofreciéndoles ayuda ante los fracasos. Por
el contrario, los padres de los niños con baja motivación de logro, desde el
principio, expresaron unas expectativas sobre los éxitos futuros de sus hijos
bastante bajas y la interacción con ellos mientras realizaban la tarea, tendía
a ser más autoritario, tomando más decisiones por ellos, regañándolo
es cuando se equivocaban y ejerciendo una
actitud de autoridad en todo momento. Por lo que el estilo educativo de los
padres tiene un gran efecto sobre los niños.
Por lo que es importante ir reforzando
durante el proceso, y al finalizar el proceso, de forma verbal y con muestras
de afecto, pero nunca con recompensas materiales. Ya que se ha demostrado que
si un niño tiene la motivación interna, por ejemplo, de estudiar porque le
gusta, si reforzamos las buenas calificaciones con una recompensa material,
anularemos su intención de “estudiar por el placer de hacerlo” y sólo estudiará
por el premio material. Por lo que no es una buena idea. Eso sí, se debe
reforzar durante el proceso de estudio y después cuando reciba las
cualificaciones, mediante el refuerzo verbal o afectivo “que orgulloso estoy de
ti”, “que contento estoy de que hagas los deberes todos los días”, etc. El
problema surge cuando tienes un hijo muy motivado para hacer una actividad y
otro nada motivado para hacer una actividad. En este caso lo más importante es
no compararlos. ¿Y que hago, refuerzo con un premio material a uno y al otro
no? Para poneros un ejemplo parecido al anterior, imaginaos un hijo muy
motivado para estudiar por el placer de estudiar y otro sin ningún interés por
el estudio. Al segundo, si que se puede inicialmente motivar al estudio para la
consecución de un premio material. Sería importante que le expliquéis al otro
(sobre todo si tiene uso de razón, porque lo hacéis). Explicarle que él por sí
mismo tiene una ventaja muy importante en la vida, que es la motivación de
estudiar por el simple hecho de estudiar y que ya recibe un premio por el
disfrute que tienen al estudiar; y que en cambio su hermano no tiene esa
facilidad todavía y que necesita un pequeño aliciente al principio para poder
ponerse a estudiar. Y que vais a reforzar ese esfuerzo de estudiar con un
pequeño premio, pero que haréis exactamente lo mismo con él, si presenta
dificultades para realizar otra tarea (por ejemplo, puede estar motivado para
estudiar por sí mismo, pero nada motivado para la realización de ejercicio
físico).
Y al hijo que comienza a estudiar motivado
por la consecución de un premio es importante cultivar en él el interés de
hacer las cosas por el placer mismo de conseguirlo o de aprender nuevos
conocimientos. Reforzándole durante el proceso; “ves que bien estas trabajando”,
“¿ha que te sientes muy orgulloso de lo que estás haciendo?”, “has visto como
no es tan difícil y que puede ser incluso divertido”, etc.
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