El
advenimiento de las nuevas tecnologías ha revolucionado las comunicaciones y ha
abierto un mundo insospechado de posibilidades. Pero también ha planteado un
sinfín de interrogantes acerca de las consecuencias de uso prolongado sobre la
salud. La cara oscura de un fenómeno para el que todavía no hay respuestas
totalmente concluyentes. Por eso, la Agencia Nacional Sanitaria de Francia
(Ansaes) vuelve a escudarse en el «principio de precaución».
El organismo, que presentó ayer un nuevo
informe sobre los efectos de las ondas electromagnéticas, afirma que no se ha
podido establecer un «impacto demostrado» sobre la salud. Es la principal
conclusión a la que ha llegado un comité de dieciséis expertos que durante más
de dos años ha escrutado y desentrañado cerca de trescientos estudios
internacionales sobre una cuestión que ha generado debate y polémica en Francia
y en el mundo. Porque si hasta ahora no se ha podido evidenciar una relación de
causalidad entre la exposición a ondas electromagnéticas y la aparición de
ciertas patologías, las sospechas son muchas. Aparte de que ningún estudio ha
demostrado la inexistencia de tales riesgos.
De ahí que, la Ansaes recomendara ya en su
anterior informe de 2009 reducir la exposición «cuando fuera posible». Cuatro
años después y tras muchos análisis, la precaución es la misma. Aunque, en este
caso, la agencia sanitaria francesa desaconseja sobre todo el uso de teléfonos
móviles, que son los dispositivos que más ondas emiten en los niños, al menos
«en modo conversación». Porque, según Martine Hours, presidenta del comité de
expertos sobre radiofrecuencias, «su cerebro, al tener una caja craneal menos
espesa, está más expuesto». Por lo tanto, para hablar se aconseja recurrir a
los «kits de manos libres». Y no sólo en los menores, también en el caso de los
«usuarios intensivos» –los que pasan más de 30 o 40 minutos al teléfono por
día–, a juicio del organismo.
Además de los efectos térmicos sobre los
tejidos, documentados en anteriores informes, el uso de móviles, teléfonos
inteligentes, tabletas táctiles y la proximidad a redes wifi, etc., influiría
según el estudio en el rendimiento cognitivo (trastornos de orientación), el
sueño (transformación del encefalograma) o la fertilidad masculina, mediante la
modificación de los parámetros celulares de los espermatozoides.
En los últimos años, hay estudios que
recogen ciertas anomalías y mecanismos que favorecerían procesos cancerígenos
vinculados a las radiofrecuencias. Sin poder hablar de «certezas», la agencia
sanitaria francesa sí alude a «signos anormales» que impiden por tanto deducir
que resulten inofensivas.
De hecho, en 2011 la Organización Mundial
de la Salud (OMS) clasificaba los campos electromagnéticos de radiofrecuencias
(de 9 a 300 Ghz) como «posiblemente cancerígenos» a raíz de la publicación de
varios trabajos que apuntan a un aumento en los usuarios intensivos del riesgo
de desarrollar, a largo plazo, un tumor cerebral.
El periódico larazón.es 2013-10-16
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