Cuando apareció el coche por primera vez, los niños eran
metidos en pequeños sacos, que a su vez iban atados al propio vehículo. El
objetivo era que los pequeños no se
moviesen de sus asientos y
permaneciesen tranquilos todo el viaje, evitando de esta manera incomodar al
conductor.
En esta época, y debido tanto a la escasez
de coches como a la reducida velocidad de éstos, la seguridad, tanto de grandes como
pequeños, no era una auténtica preocupación.
No fue hasta 1930 cuando se creó la primera
sillita de bebé pensando, una vez más, en conseguir que los niños se quedasen quietos durante la marcha. A
pesar de que durante estos años comenzaba a pensarse cada vez más en la
seguridad del conductor, creando los primeros cinturones, el objetivo de la
silla para bebé no buscaba más que comodidad para el resto de pasajeros,
evitando que el pequeño molestase.
Este sistema se mantuvo durante los
siguientes 30 años, hasta que en la década de 1960 un diseñador suizo comenzó
las primeras investigaciones con el fin de garantizar una mayor protección de los niños en caso de colisión.
El primer modelo resultó ser un fracaso absoluto, ya que la sociedad no tenía
aún conciencia de los peligros reales que entrañaba la carretera y las posibles
consecuencias, por lo que sus ventas fueron muy escasas.
En 1970 comenzó una campaña masiva de
información social a nivel internacional en la que se pretendía explicar por
qué las sillitas eran un accesorio recomendable para todos aquellos que
tuviesen niños pequeños. No se trató únicamente de una actividad de las
empresas fabricantes de sillas de seguridad, sino que asociaciones de padres y entidades médicas se aliaron para trasladar sus
ideas al público.
Estas acciones, unidas a las regulaciones
específicas que los gobiernos comenzaron a elaborar al respecto, dieron sus
frutos, y desde 1985 el número de padres que compran sillitas para sus bebés no ha
dejado de crecer.
Los fabricantes invierten sus esfuerzos,
año tras año, en obtener sillas de mejor calidad que mantengan lo más
seguros posible a los
niños, por eso es importante que los padres sean conscientes de estos avances,
eligiendo la mejor silla a su disposición, ya que aún es elevado el número de
muertos en accidentes porque no usaban la protección correcta. Sólo en 2011, 42
niños de entre 0 y 14 años perdió la vida en las carreteras españolas.
El uso de las sillitas, incluso en
trayectos cortos y a baja velocidad, y su correcta instalación son dos de los
mayores problemas con los que las organizaciones se enfrentan, ya que aún
quedan familias que ponen poco cuidado al respecto. De esta forma, las campañas
de sensibilización que se desarrollaron
en la década de los 70 se
mantienen casi en su totalidad en la actualidad, ya que con los pequeños toda
precaución es poca.
El
periódico abc.es 2013-10-13
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