jueves, 3 de octubre de 2013

Las Rabietas.

Las rabietas: suelen darse en los niños de tres años, aunque pueden aparecer antes del año y persistir a partir de los tres años. Suele ser la respuesta a la baja tolerancia a la frustración, en especial cuando el niño espera que sus peticiones y deseos sean atendidos rápidamente o cuando no se le permite hacer lo que quiere. También aparece cuando no logra hacer algo porque todavía no tiene adquirida esa habilidad. No las puede controlar porque siente las emociones pero no las entiende. Y entra en un conflicto constante entre la búsqueda de autonomía y la dependencia física y emocional que tiene de sus padres.
También pueden aparecer para llamar la atención o porque tiene dificultad para expresar un deseo o necesidad (cuando no entiendes lo que dice o todavía no saben verbalizar lo que quieren).
¿Cómo tenemos que reaccionar frente a una rabieta?
Cuando la rabieta esté en curso y tenga como objetivo llamar la atención, la respuesta más efectiva es ignorarla y seguir haciendo lo que estabas haciendo. Puedes separa algún objeto peligroso del niño. Es mejor que no le hables, pero si le hablas hazlo en un tono neutro.
Mantén la calma. El comportamiento rebelde es parte de esta etapa evolutiva y no significa que lo estés haciendo mal como padre ni que tu hijo sea un insolente.
Intenta focalizar su atención hacia otra cosas como un juguete o una actividad que le guste, canta una canción o léele un cuento.
Evita la ambivalencia: intentar no dar a vuestro hijo mensajes contrarios, debéis fijar las normas los dos padres (previo acuerdo), sobre lo que se le tiene que permitir y lo que no al niño. Y así poder responder de la misma forma a quien le aparezca la rabieta.
No os riáis ni os burléis del comportamiento del niño, ya que podría sentirse ofendido y hacer que la rabieta crezca en intensidad ye n duración.
Reacciona con tranquilidad pero con firmeza, sin ceder a sus demandas. Es importante que aprenda a manejar la frustración de pequeño sino tendrá graves problemas de adolescente y de adulto. El niño aprende muy rápido entre negativas firmes y las que puede cambiar con su intervención.
Cuando la acabe la rabieta, es importante mostrarle nuestro afecto para que sienta que le queremos , aunque no aceptaos ese comportamiento. Así, se le ayuda a recuperar el control.
El niño lo pasa muy mal durante la rabieta, ya que pierde por completo el control, se asusta, y después tiene miedo de perder el afecto de sus padres. Por lo que es muy importante, que después del episodio le mostremos afecto.
Al final, las rabietas se producen porque el niño necesita ser orientado sobre lo que puede y no puede hacer, porque pide atención exclusiva de las personas que para él son importante (es una etapa en la que el niño es egocéntrico) o simplemente quiere hacer presente que tiene voluntad propia.
Así que, tranquilos, es algo normal que es importante para el desarrollo de vuestros hijos. ¡Ah, y mucho ánimo! 

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