En esta semana se
produce la fecundación; éste es el momento en el que el espermatozoide (del padre) y el ovocito (de la
madre) se encuentran en la mitad de la trompa. El espermatozoide se introduce en el ovocito, y los núcleos de cada célula se fusionan en
una sola, que a partir de entonces se llama zigoto. El espermatozoide y el ovocito son
células reproductoras, y por tanto tienen sólo la mitad de los cromosomas que tiene un ser humano normal. Así, cada progenitor aporta 23
cromosomas que se
unen en el zigoto, o futuro embrión, para
formar una célula humana normal con 46 cromosomas, la mitad de cada progenitor.
Cada cromosoma está formado por millones de
genes, que contienen toda la información necesaria para "ejecutar el
programa" de formar un ser humano. Los cromosomas sexuales se encuentran desde el inicio de la fecundación; el sexo del
futuro bebé viene determinado por el espermatozoide que haya fecundado al ovocito: si es un cromosoma Y el embrión será niño, y si es X será niña.
Tras la formación del zigoto, éste empieza
a dividirse rápidamente en dos, cuatro, ocho... y así sucesivamente con lo que
en pocos días tiene ya miles de células. La división continúa los siguientes
días y se forma una bola, llamada blastocito. El grupo de células del aro exterior formará
la placenta que acogerá a tu bebé. Las células del aro interior se convertirán
en el embrión en sí mismo. Estas células interiores son las llamadas células madre, que tienen la extraordinaria capacidad de transformarse en más de 200
clases de células de cualquier parte del cuerpo (por eso son tan interesantes para investigar tratamientos de
determinadas enfermedades).
A los siete días, el óvulo
fertilizado desciende por las trompas de Falopio y llega hasta el útero, su refugio en los próximos nueve meses.
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