El bebé mide de 11 a 12 cm
y pesa unos 80 gramos.
En estos momentos el aspecto del
feto es más parecido al de un bebé: la cabeza y el
cuerpo cada vez están más proporcionados, los ojos están más centrados y se
dirigen hacia delante y las orejas han ascendido y están casi en su posición
definitiva. Los brazos y las piernas se alargan, se definen, adquiriendo la
proporción respecto al cuerpo. La aparición del lanugo, ese pelo fino y suave que recubre la piel del bebé para ayudar
a conservar el vérnix caseoso está prácticamente completa y en esta semana se determinará el patrón
del pelo del cuero cabelludo. La función renal está ya establecida y empieza a
ser determinante en la cantidad de líquido amniótico.
Poco a poco, el cerebro va ejerciendo un mayor control sobre los músculos por lo que el feto va
aumentando su capacidad de responder a estímulos y de realizar movimientos más
coordinados. Aunque los párpados están cerrados, el bebé realiza los primeros movimientos oculares lentos, es capaz de
deglutir, abrir y cerrar las manos, separar los dedos de las manos y flexionar
las extremidades, y también empieza a desarrollar el reflejo de prensión, por
lo que se puede coger las manos, los pies e incluso el cordón umbilical.
El cuerpo empieza a hacerse más grande que
la cabeza por fin a partir de esta semana. Los brazos y piernas son más
largos y definidos ahora. Incluso se mueven, aunque todavía no lo notes.
El
bebé es sensible al tacto y si empujas tu abdomen puede estremecerse.
Realiza algunos movimientos con su tórax
que son precursores del ejercicio para respirar.
El bebé puede sostener erguida la cabeza y el desarrollo de
los músculos faciales ya le permite realizar una variedad de expresiones, como
fruncir el ceño.
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