El caso de los niños de la talidomida es, probablemente, una de las
muestras más claras de lo que sucede cuando un fármaco se prescribe sin las
pruebas pertinentes. Patentado en 1955 por Grünenthal en Alemania como un
tranquilizante, era administrado también como calmante de las náuseas del
embarazo, todo parecía ir bien hasta que hubo una serie de nacimientos de bebés
con graves malformaciones, sobre todo acortamiento o falta de extremidades. Hoy
aquellos niños (nacieron unos 3.000 en España, de los que quedan alrededor de
300 con vida, según la Asociación de Víctimas de la Talidomida de España,
Avite) todavía luchan por un reconocimiento por parte del fabricante. Este
lunes empieza el juicio en el que 186 afectados piden 204 millones al
laboratorio, a razón de 20.000 euros por punto de discapacidad.
“El
medicamento afecta al desarrollo de las extremidades, pero solo en embarazadas
entre los días 14 y 50, que es cuando empieza su desarrollo. Por eso muchas
mujeres que lo tomaron no sufrieron complicaciones. En el mundo, calcula que
pudieron nacer unos 50.000 niños afectados, de los que solo quedan con vida
10.000 o 15.000. “Tenía unos efectos muy graves, y los más graves no
sobrevivieron”.
El
periódico Elpais.com 2013-10-14
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