lunes, 14 de octubre de 2013

¿Qué sabemos de la talidomida?

Es un fármaco sedante e hipnótico que se introdujo en el mercado mundial en 1957 (en España llegaría más tarde) para tratar la ansiedad, el insomnio y las náuseas y vómitos en mujeres embarazadas. El laboratorio fabricante, Chemie Grünenthal, lo comercializaba ya en 48 países. En EEUU, sin embargo, la supervisora de la agencia del medicamento (FDA) se negó a darle el visto bueno a la espera de tener más datos sobre su seguridad. Apenas un par de años más tarde, las malformaciones congénitas que comenzaron a detectarse en Europa y el resto del mundo le dieron la razón.  En 1962, el pediatra alemán Widukind Lenz publicó un trabajo alertando de la posible relación entre la ingesta del fármaco durante los primeros meses de embarazo y las marformaciones en los hijos de aquellas mujeres, que nacían con graves malformaciones, sobre todo en los brazos y antebrazos. La unión directa de las manos a los hombros, que les daba un aspecto semejante a las aletas de una foca, dio pie a que se denominase “focomelia”, aunque no eran los únicos efectos, también ocasionó problemas en órganos internos. Se retiró del mercado inmediatamente (1962), en Alemania y posteriormente en el resto de países (en España en el 63), con un balance que el pediatra alemán estimaba en al menos unos 3.900 afectados a los que habría que sumar casi 2.000 víctimas mortales porque Lenz calculo que la mortalidad infantil en el primer año de vida era del 40%. En toda Europa hay unos 8.000-10.000 afectados, aunque algunos estudios elevan la cifra de afectados.
No todas las mujeres que tomaron el fármaco tuvieron niños afectados, ya que la talidomida producía alteraciones en el desarrollo del feto si se tomaba entre los días 38 y 49 contando desde el primer día de regla.
Hoy en día se sigue utilizando con estrictos controles para un número reducido de patologías. En 1979, se empezó a usar para el tratamiento del síndrome de Behçet (una enfermedad reumática crónica) y, a partir de 1988, para la enfermedad de injerto contra huésped. Hace 20 años, se describieron por primera vez sus propiedades antiangiogénicas (inhibe la formación de nuevos vasos sanguíneos), comprobando resultados favorables en el mieloma múltiple. Además, es un tratamiento útil contra la lepra.
Este terrible acontecimiento sirvió de lección para la comunidad científica, ya que hasta ese momento se consideraba que la placenta era una barrear impenetrable que protegía al embrión de cualquier agente externo. A partir de este hecho, los investigadores descubrieron que algunos fármacos y otras sustancias podían atravesarla y alterar el desarrollo embrionario, por lo que cambió el uso de medicamentos durante el embarazo.  Este fármaco obligó a reforzar los estudios epidemiológicos sobre anomalías congénitas, endureció las normativas sobre comercialización de fármacos y motivó la puesta en marcha de registros internacionales de recién nacidos con defectos.
El periódico elmundo.es 2013-10-14

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