martes, 1 de octubre de 2013

“La alimentación no cambia el ADN, pero sí sus reguladores”.

José María Ordovás (Zaragoza, 1956) experto en nutrigenómica, esa ciencia que junta dos campos tan prometedores como la alimentación y la genética. Su más reciente libro, La nueva ciencia del bienestar. Nutrigenómica (Crítica) puede, por tanto, considerarse un resumen de lo que se sabe de esta disciplina, pero, sobre todo, usando una figura del propio autor, como “el campamento base” para una escalada al Everest para el que aún faltan muchas etapas. El experto afirma que “teniendo en cuenta que los genes solo pueden resolver el 5% o el 10% de los problemas, mucha gente esta desencantada con la genética. Los genes sí han cambiado con la alimentación, y ahí esta el caso de la tolerancia a la lactosa, que fue una mutación que, como se vio que era beneficiosa, se ha ido extendiendo. Lo que no ocurre es que cambien en un individuo de un día para otro. No podemos cambiar la secuencia, pero sí la regulación.
Con los análisis genéticos solo podemos saber la predisposición a tener las enfermedades más comunes (diabetes, obesidad, hipercolesterolemia). Pero no podemos saber hasta qué punto. El siguiente paso es saber cómo actuar. Porque hay personas a las que les da lo mismo comer más o menos ácidos grasos, porque tienen unos genes muy resistentes. También podemos saber cómo les beneficia el tomar más omega-3. Porque hay personas que de alguna manera son resistentes, y por mucho que tomen no notan su beneficio. Y lo mismo ocurre con vitaminas, minerales... Hay personas que tienen más necesidades. Las persona que cuidan su alimentación al extremo (ortoréxicos), presenta un problema. Porque es probable, que al final, lo más probable es que el estrés que les da vigilar tanto lo que comen arruine su efecto beneficioso. Lo que ocurre, sin llegar a esos casos, es que, como no tenemos sentido común, vamos a la artillería pesada, y lo que queremos es que todo nos lo solucionen con una pastilla. Mi consejo para personas sin una patología, se trata de comer de todo, pero menos. No en cada comida, sino en un balance semanal. Y hacer ejercicio. Lo que pasa es que eso nos cuesta. Ya decía Grande Covián que es más fácil cambiar de religión que de dieta. Por eso yo siempre digo que, en medicina, las cuatro pes (prevención, predicción, personalización y participación) no sirven si no hay una quinta, la del placer. Sin ella, apaga y vámonos.”

El periódico elpaís.com 2013-10-01

No hay comentarios:

Publicar un comentario