José María Ordovás (Zaragoza, 1956) experto en nutrigenómica,
esa ciencia que junta dos campos tan prometedores como la alimentación y la
genética. Su más reciente libro, La nueva ciencia
del bienestar. Nutrigenómica (Crítica) puede, por tanto,
considerarse un resumen de lo que se sabe de esta disciplina, pero, sobre todo,
usando una figura del propio autor, como “el campamento base” para una escalada
al Everest para el que aún faltan muchas etapas. El experto afirma que “teniendo
en cuenta que los genes solo pueden resolver el 5% o el 10% de los problemas,
mucha gente esta desencantada con la genética. Los genes sí han cambiado con la
alimentación, y ahí esta el caso de la tolerancia a la lactosa, que fue una
mutación que, como se vio que era beneficiosa, se ha ido extendiendo. Lo que no
ocurre es que cambien en un individuo de un día para otro. No podemos cambiar
la secuencia, pero sí la regulación.
Con los análisis genéticos solo podemos
saber la predisposición a tener las enfermedades más comunes (diabetes,
obesidad, hipercolesterolemia). Pero no podemos saber hasta qué punto. El
siguiente paso es saber cómo actuar. Porque hay personas a las que les da lo
mismo comer más o menos ácidos grasos, porque tienen unos genes muy
resistentes. También podemos saber cómo les beneficia el tomar más omega-3.
Porque hay personas que de alguna manera son resistentes, y por mucho que tomen
no notan su beneficio. Y lo mismo ocurre con vitaminas, minerales... Hay
personas que tienen más necesidades. Las persona que cuidan su alimentación al
extremo (ortoréxicos), presenta un problema. Porque es probable, que al final, lo
más probable es que el estrés que les da vigilar tanto lo que comen arruine su
efecto beneficioso. Lo que ocurre, sin llegar a esos casos, es que, como no
tenemos sentido común, vamos a la artillería pesada, y lo que queremos es que
todo nos lo solucionen con una pastilla. Mi consejo para personas sin una
patología, se trata de comer de todo, pero menos. No en cada comida, sino en un
balance semanal. Y hacer ejercicio. Lo que pasa es que eso nos cuesta. Ya decía
Grande Covián que es más fácil cambiar de religión que de dieta. Por eso yo
siempre digo que, en medicina, las cuatro pes (prevención, predicción,
personalización y participación) no sirven si no hay una quinta, la del placer.
Sin ella, apaga y vámonos.”
El periódico elpaís.com
2013-10-01
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