martes, 1 de octubre de 2013

Los niños que mueven el mundo.

Malala, de 16 años, es una niña paquistaní que fue tiroteada el pasado mes de octubre en el valle del Swat (Palistán) por un grupo de talibanes, a los que no les gustaba lo que la menor contaba en Internet. Sobrevivió y reside en Reino Unido. Fue y es víctima de los radicales. Y ahora la llaman activista por la educación. Pero no es más que una niña. Y por derecho.
“Malala es un ejemplo, de que un niño es sujeto de derecho como lo es un adulto; deben ser protagonistas de sus derechos, deben ser empoderados para defenderlos”. Cardona, docente en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales, es uno de los 18 expertos independientes que forman parte del Comité sobre los Derechos del Niño de la ONU. “Malala nos demuestra que los niños no son solo objetos para proteger y que, en muchas ocasiones, son los adultos, precisamente, los que les limitan”.
Fue tiroteada cuando tenía sólo 15 años por defender el derecho a la educación de los niños en un blog que fue publicado en la versión online de la cadena británica BBC. Después de que le sacaran las balas de su cabeza y su cuello siguió difundiendo su mensaje y su coraje fue reconocido por la organización KidsRights, que el pasado 6 de septiembre le entregó en La Haya (Holanda) el Premio Internacional de la Paz de los Niños. “Malala ha demostrado”, dice en un intercambio de correos el fundador de la ONG, Marc Dullaert, “que los niños pueden elevar sus voces, que pueden marcar la diferencia; ella está moviendo el mundo”.
El que no pudo evitar la explotación fue el pequeño Iqbal Masih, referente en la historia de los niños activistas y símbolo también de la lucha por los derechos de los menores en Pakistán. Fue asesinado dos años antes de que naciera Malala.  La lucha contra la explotación infantil fue, de hecho, su gran causa. Nació en Mureedke, cerca de Lahore (Pakistán), en 1983. Con cuatro años fue vendido por sus padres al dueño de un telar como pago por la boda de su hermano. Seis años después logró escapar y se unió al Frente de Liberación del Trabajo Forzoso, con el que predicó en contra del empleo de menores. Muy menudo, demasiado para su edad, pero sonriente, Masih, pateaba las calles entre los suyos, con los brazos en alto; ondeaba banderas y saltaba a los atriles para contar su historia. El 16 de abril de 1995, Masih, con tan solo 12 años, poco después de regresar de Estados Unidos, donde había sido galardonado por su dedicación y activismo, fue asesinado a tiros.
Unicef conoce bien de qué están hechos los niños, sobre todo, allí donde más difícil es serlo. “Hay muchas malalas en el mundo, muchos niños que mueven el mundo y no conocemos, que son capaces de cambiar la mentalidad de sus padres por una idea”.

El periódico elpais.com 2013-10-01

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