En otros países aparece la figura de educadoras de infantil que en vez de
trabajar en una guardería tradicional trabajan en su vivienda familiar. En
Alemania se les llama tagesmütter (madres de día) y es un oficio regulado y
subvencionado. En el Reino Unido se le llama childminder (cuidadora de niños) y
en Francia, assistante maternelle (asistente maternal). No ofrecen un servicio
asistencial sino pedagógico.
En España existe un
absoluto vacío legal para esta actividad. No había ninguna normativa que la
avala, estableciendo parámetros como el tipo de formación necesaria para
ejercer esta función o las normas básicas de seguridad. Tampoco había ninguna
norma que la prohibiera. Así que las que quieren realizar esa actividad se dan
de alta de autónoma. Hoy hay dos asociaciones que agrupan a medio centenar de
profesionales en la capital, , mientras surgen iniciativas similares en otras ciudades como
Barcelona, Valencia, Bilbao, Sevilla o Pamplona, con precios parecidos a las
tarifas de las escuelas privadas. “Hay una demanda creciente de familias que
quieren un ambiente más familiar que el que ofrecen las escuelas infantiles,
pero que a la vez sea profesional”.
¿Cuáles son estás normas?
Las madres de día acogen a menores de tres
años en sus casas un máximo de ocho horas al día y en grupos de no más de
cuatro niños. Si hay alguno de menos de 12 meses, suelen reducir el grupo a
tres porque los bebés requieren más cuidados.
Las casas suelen tener un espacio al aire
libre o un parque cerca. Usualmente tienen una habitación para cunas y las
medidas de seguridad habituales en hogares con niños.
Todas las madres de día tienen una
titulación específica. Suelen ser educadoras infantiles, pedagogas o
psicopedagogas.
Las forma de contratación del servicio
varían en cada caso. Unas se dan de lata como autónomas, otras se emplean como
trabajadores del hogar y algunas crean asociaciones con las familias para
trabajar como empleadas de esa entidad. En todos los casos se contratan seguros
de responsabilidad civil para el cuidado de niños.
Las vacaciones son las mismas que las
escolares, excepto en verano. Suelen cerrar solo en agosto.
El modelo se
extiende por España, pero sigue sin haber una normativa estatal ni inspecciones
que supervisen la actividad. A falta de marco legal, son las propias
profesionales las que se están autorregulando. “En las asociaciones seguimos
unas normas comunes de formación y seguridad. Esto da confianza a las familias.
Pero creemos que no es suficiente. Hace años que estamos pidiendo a las
Administraciones que normalicen la profesión como lo está en otros países
europeos. En la Comunidad de Madrid, por ejemplo, se muestran abiertos a
nuestras propuestas, pero de momento seguimos con el vacío legal”.
Solo dos comunidades, Navarra y País Vasco,
son las que lo han regulado. El debate pedagógico en
torno al cuidado de la primera infancia viene de lejos. Por un lado está la
tesis de que las guarderías son los lugares más adecuados para promover las
habilidades sociales y académicas de los niños antes de su entrada formal al
colegio. Por el contrario, otras teorías subrayan que una salida del hogar
demasiado temprana puede interrumpir vínculos afectivos y dar lugar a problemas
de comportamiento. Ambas tesis cuentan con investigaciones científicas que las
respaldan, aunque los últimos trabajos parecen aunar las dos corrientes. Un
amplio estudio promovido por el Instituto de Salud Infantil de EE UU publicado
en 2010 sostiene que lo importante de verdad es la calidad de los cuidados
recibidos, por encima de si se proporcionan en casa o en la guardería.
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