El bebé mide unos 6 centímetros y pesa unos
14 gramos.
En esta semana sigue con un crecimiento muy
rápido, sólo en una semana aumenta un 15%. Es como si un niño creciese 7 cm en
una semana. Los órganos siguen madurando rápidamente y muchas estructuras del
cuerpo empiezan a tomar su forma definitiva. Por ejemplo, en esta semana se forman las cuerdas vocales, se inicia el
desarrollo de uñas en pies y manos y empieza a aparecer muy poco a poco vello
en el cuerpo.
El sistema digestivo, que ya recibe líquido
gracias a que el bebé deglute
líquido, cada vez es más sofisticado. Al principio era un simple tubo, pero ha
ido creciendo y curvándose sobre sí mismo para poco a poco empezar a parecerse
a lo que conocemos como esófago, estómago, intestino delgado e intestino
grueso. Tanto el sistema digestivo, como el hígado, los pulmones y el
páncreas están formados y en su sitio, aunque no están desarrollados del todo. El riñón produce cada vez más orina, aunque
muchas funciones que tendrá en el futuro todavía no han aparecido. Por ejemplo,
no es capaz de aumentar o reducir la producción de orina ante un problema, como
lo puede hacer un niño o un adulto. Por suerte, de momento no lo necesita, el
líquido le llega de forma perfectamente equilibrada a través de la madre. De
hecho, aunque el riñón produzca orina, no puede eliminar todas las sustancias
que se acumulan por el metabolismo normal. Para ello tiene la
placenta, que al estar en contacto con la madre,
elimina estas sustancias.
Los genitales externos
están ya diferenciados y
si los pudiésemos observar directamente no tendríamos dudas ya sobre el sexo,
aunque aún son difíciles de distinguir por ecografía. Sin embargo, los testículos en los fetos masculinos
todavía estarán mucho tiempo dentro del abdomen.
La cabeza llega a ser más redondeada y su
perfil se va definiendo. Además, empezarás a escuchar el latido del corazón del bebé con más facilidad.
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